La preparación de un master

Todos tenemos claro que en el ciclismo hay muchas categorías, pruebas, disciplinas etc… a nivel de competición hablando.

Seguramente una de las categorías en cada país donde se tramitan más licencias sería la categoría master, donde englobaríamos desde los y las Master 30, 40, 50, 60… una categoría competitiva donde los que están en ella disputando pruebas es para quitarse el «gusano» que tienen respeto a la competición.

Concretando un poco más en la modalidad de carretera o ruta, hablaremos en esta entrada de como debería ser la «dosis» de entrenamiento para estos deportistas para poder optimizar su rendimiento y llegar en las mejores condiciones a las competiciones que se enfrentan cada uno/a de ellos/as cada fin de semana.

De entrada y como hacemos siempre, habría que hacer un análisis detallado de las demandas de la competición en cada caso en cuanto a volumen e intensidad. En este caso pero, cada franja de edad tiene una duración distinta, limitando la duración en la de Master 60 y siendo las pruebas más largas para las pruebas de Master 30. Por lo tanto, podemos hablar de pruebas que van desde los 120-135km a los 60-70 en la categoría de los de mayor edad, con lo que esto se traslada a 3h 30′ – 4h en el mayor de los casos hasta las 2h – 2h 30′ en el otro extremo.

Una vez viendo la duración, sabemos también que la intensidad de ellas será de mayor a menor intensidad a medida que nos vamos haciendo mayores, con lo cual, hay que tener en cuenta todo esto junto con las características individuales de cada ciclista: los deportistas M30 seguramente tendrán una mayor capacidad de recuperación que un deportista M60, sabiendo ya la perdida de capacidades con la edad que son inevitables.

La evidencia nos dice que a medida que nos vamos haciendo mayores, las perdidas a nivel de fuerza, capacidad aeróbica y el umbral anaerobico son los principales afectados. Por lo tanto, deberemos dar especial importáncia a estos tres conceptos, también teniendo en cuenta que la tasa de recuperación no será la misma y a la vez, el tiempo disponible para la preparación de cada uno/a de los ciclistas.

Por lo tanto, deberemos optimizar la preparación con un modelo de trabajo que se ajuste a la disponibilidad de los usuarios y la experiencia que él tiene en el entrenamiento. Por ejemplo, nos podemos encontrar en un deportista que lleva 20 años entrenando y compitiendo, siempre con un modelo piramidal (distribución 60-70% por debajo VT1, 20-25 entre VT1 y VT2, 10-15% por encima del VT2) cosa que es muy probable, podemos cambiar este modelo y reducir la carga de trabajo entre los dos umbrales, buscando el estimulo por encima de este VT2 y aumentando las prestaciones en relación a la base aeróbica del deportista, fomentando el trabajo en VT1 o por encima del VT 2 con un modelo polarizado (70-75% por debajo VT1, 5% entre VT1 y VT2, 15% por encima del VT2).

Esto nos proporcionaría estímulos nuevos a la distribución de la intensidad y seguramente nuevas adaptaciones a nivel de umbral anaerobico, la capacidad de recuperación entre sesiones y una mejor base aeróbica debido a la distribución de intensidades. Todo esto con igual o incluso menor carga de entrenamiento que debería soportar nuestro deportistas.

No podemos olvidar el trabajo de fuerza, pieza clave para el mantenimiento o ganancia en algunos casos de la masa muscular, cosa indispensable en estas categorías y que creemos de forma esencial en la preparación de todo/a ciclista. Sin lugar a dudas, es un elemento importante y con mucha evidencia de la necesidad el trabajo de fuerza en el ciclismo.

Con todo esto podemos ver que la preparación de nuestros deportistas masters no es «tan fácil» y a la vez, como todo/a ciclista, hay que analizar y reflexionar cual podría ser el camino correcto para poder entrenar y llegar en las mejores condiciones a las pruebas deportivas.